25.1.09

Taller literario navegante




Por Juan Carlos Dall'Occhio


Avión y barco son las únicas opciones para llegar a la selva amazónica peruana. Nuestro presupuesto nos permitió la segunda, aunque de cualquier manera hubiésemos elegido ir por agua.
La empresa que hace el recorrido es una sola y su flota está compuesta por 3 naves iguales que, por su antigüedad y baja potencia motriz, demoran alrededor de tres días en llegar a destino (el recorrido es Yurimaguas-Iquitos, departamento de Loreto). El pasaje incluye las 3 comidas diarias: desayuno, almuerzo y cena… pero no contempla cubiertos (hay que llevar plato o taper, que es más aconsejable). El arroz y el plátano sancochado se repiten en todas las raciones hasta el empacho... y el problema no es la cantidad, como pensamos en un principio, sino la variedad.
Asimismo, para poder dormir hay que comprarse una hamaca paraguaya y buscar un buen lugar para colgarla o bien dormir en bolsa. Nosotros alternamos.Lo notable de este viaje es convivir durante algunos días con familias y personas de la zona (la capacidad es de 250 personas) e intercambiar ideas, costumbres y modismos del lenguaje.
En lo personal, aprovechamos el tiempo para descansar, leer y escribir… pero ante la curiosidad que despertamos en los niños -primero por ser “gringos”; segundo por nuestros quehaceres, como tomar mate, sacar fotos y leer en voz alta- decidí hacer un pequeño taller de escritura con algunos de ellos. Luego, en Buenos Aires, editaré un librito que voy a vender como material exótico y cagarles las regalías a los autores (Yo, argentino; Yo, Atlántida).

Cuentos de la Selva
En total participaron 5 pequeños y aquí socializo dos de los textos producidos (si tengo suerte con Internet, uno de ellos estará video leído por su autor). No voy entrar en detalle sobre las historias para que ustedes hagan su análisis, pero es interesante destacar los conflictos, los personajes y el escenario que eligieron los niños para los cuentos. Es recurrentes encontrar historias de chavales que desean explorar la selva y esta se hace respetar… por caso, apareció una especie de “señor de la bolsa” llamado Chullachaqui; un monstruo mezcla de cabra y humano que se desprende de un mito de la selva; también hay un hombre lobo, un cazador y hasta un partidito de fútbol. En fin, costumbres de la gente de aquí. Sin más, los dejo con los textos.

Un abrazo grande, tito.


El Chullachaqui

Por Hugo González López, 11 años, de Yurimaguas.

Había una vez hombre que vivía en las alturas de la selva junto con su familia. Tenía una hija que se llamaba Manuela. Ella era una mujer que le gustaba montear y vestirse de hombre para poder ocultarse en la penumbra de la selva.
Un día se fue a montear y ese día montó un sajino y un venado y le contó a su mamá. Su mamá, doña Mañuca, le dijo: “Hija, tal vez el Chullachaqui te estaba espiando, tienes que desconfiar de su apariencia porque parece animal y es demonio”. Y de repente ella se fue al monte y vió por el camino a un majas. Ella agarró el arma para cazarlo, aunque ella no sabía que en realidad era el Chullachaqui. La niña sacó del bolsillo un mapacho y empezó a fumar porque no pensaba que era el Chuallachaqui, y luego empezó a seguir al majas. Cuando se dio cuenta que no era un majas, sino que era el demonio del monte, se asustó y el Chullachaqui metió debajo de una sosbaboya a Manuela y ella se desmayó.
El Chullachaqui la robó y pasó una semana sin que nadie supiera de ella. Su mamá se preguntaba que le había pasado a su hija y sus padres se fueron a buscarla a los medios de comunicación. El tele dijo que las robó el Chullachaqui y sus padres ofrecieron sus animales como recompensa.
Un día se fueron donde estaba la chica abajo del árbol y el Chullachaqui la arrojó a sus padres. El hombre fue a agarrarle y la llevaron a su casa y la curaron. Al final su padre le dijo que nunca más volviera al monte por alimentos.

Fin


Adriana, amiga de los animales

Por Yefri Torres, 10 años, de Iquitos.



Cierta vez había una niña que vivía con su mamá en la selva. La niña se llamaba Adriana y su mamá se llamaba Mucy. A Adriana le gustaban mucho los animales salvajes como la tortuga, el mono, el loro y los pájaros. Adriana les conversaba a los animales y los animales le hacían caso.
Después de muchos días, Adriana escuchó una bala de un rifle “bom”. Adriana se asusta y se va a ver que pasó y ve un venado muerto que el hombre le está levantando al venado. También ve una lancha que viene que se llama ‘Eduardo III’* . Venía y Adriana lo llamó.
Cuando llegó dijo: “¿Señor, por favor me puede ayudar?, allá hay un señor con un rifle que mató un venado”, y el señor le respondió: “¿Qué? Para eso nos llamas… vamos ya”. Y Adriana dijo “Nooo… es cierto, por favor”. No le hicieron caso, pero Adriana se amargó.
La niña averiguó y se dio cuenta que el que mató al venado era un cazador europeo que todos los días cazaba en la selva. Adriana juntó a sus amigos animales y les dijo: “Hay que derrotar a ese europeo”. Y así Adriana se va escondida por detrás y golpea en la cabeza con una piedra al hombre y Adriana corre.
Finalmente la niña se va donde su mamá y le cuenta que había un europeo que mató a un venado y se fueron corriendo a ver y dijeron: “Ahí está el europeo, hay que atarlo”.Después de un día el europeo se despierta y pregunta donde estaba y la señora y su hija dijeron que nunca más vuelva y de verdad nunca volvió.

Fin

*Eduardo III se llama el barco en el que cruzamos de Yurimaguas a Iquitos.



Foto: Hugo González López "Jugi", leyendo su cuento.
Video: Yefri, nuevo hincha de Tigre, leyendo el suyo.

Las playas del Perú: de Lima a Huanchaco


Por Nicolás Marrassini

Creo que los cuatro ya queríamos salirnos del Cusco, salvo por tito al que no le había preguntado de su preferencia.
Con mi último calzoncillo puesto, que ya llevaba dos días ahí y con todos los demás en la bolsa negra que a cada ratito tomaba más fragancia a tribuna, me sentía un poco cansado de la lluvia y la humedad constante. Como buen grupo que somos compartíamos buenos mates y también éste pegajoso sentimiento climatológico, exceptuando a tito al que no le había preguntado tampoco sobre ésto. Fue entonces cuando un hecho desafortunado marcó un quiebre: la ruptura de la bombilla. Nos Fuimos.


Lima nos alojó una noche que bastó para darnos cuenta de que no era el lugar que estábamos buscando. De todos modos la capital peruana nos ofreció un baño, aunque el calzoncillo se seguía repitiendo por tercer día consecutivo. Pese al quiebre producido, el grupo parecía superar satisfactoriamente el asunto de la bombilla y se logró llegar a una rápida y unánime decisión de partir hacia Trujillo -sin embargo, como todos sabemos, las decisiones tomadas con café con leche mediante no se comparan a las de una buena mateada en donde todos participan de la ronda-. Lo aclaro por que el Bocha no demostraba conformidad absoluta con el destino próximo. Nos fuimos igual.


Desembarcamos en Trujillo y en cuanto pudimos nos escapamos para la ciudad balnearia de Huanchaco, a unos pocos kilómetros del centro trujillero. Nos dejó un taxista por unos quince soles. El grupo seguía un poco afectado, y ahora el calor se sumaba al triste recuerdo de la bombilla. Ni bien se había ausentado “ella” tratamos de reemplazarla de inmediato: primero hubo que explicar a todo peruano que nos cruzábamos qué era una bombilla; segundo, si sabía donde se podía conseguir una. Los resultados no fueron satisfactorios. Como último recurso, y ya con pocas esperanzas, se montó un concurso entre los cuatro integrantes del grupo para su fabricación y de paso podría servir de excusa para mejorar las relaciones interpersonales. La competencia iba por lejos a mi favor, decían mis compañeros que se debía a mi interés por el premio. Desmiento: sabía lo que la bombilla significaba y por eso luchaba.


A pesar del pesar del calor huanchaqueño, se podía oler una sensación rara en el aire. Ya el paisaje arenoso con mar en el fondo era una invitación a otra cosa. Creo que fue en ese momento cuando se despertó el “Tomas” que todos tenemos adentro. O por lo menos el mio se despertó.
Fuimos entonces a buscar alojamiento, sin mucho resultado, con una cerveza en la mano. El grupo mejoraba de a poquito. Después de pasar unos segundos parados con mochila al hombro se nos acerca una señora mayor de sonrisa amplia y dudosas funciones cognitivas. Se presentó como Solange (ver foto) y dijo dos cosas importantes: una, diez soles por día; y la otra, hay un grupo de argentinas y chilenas alojadas. Le ofrecí treinta por los cuatro sin éxito, pero antes necesitaba saber de la veracidad de su relato. Cerramos por cuatro y el grupo mejoraba con rapidez. En verdad no sabía si era el grupo, pero yo estaba muy bien.


Al llegar al hostal Solange, con las llaves en mano, baja el picaporte abriendo la puerta para darnos paso al “CIELO”: ocho ángeles sentados alrededor de una mesa, hablando de no sé que. Seis del país hermano y dos del nuestro. Todas tenían ojos claros y grandes y se presentaron cálidamente con sonrisas blancas, dando la bienvenida.
Entre ellos había un ángel chileno que se elevaba sobre los demás, el Bocha la calificó como un sanguche de milanesa completo, el grupo aplaudió conforme a la descripción. Pero también había siete papas fritas con ketchup que estaban para chuparse los dedos.


Estaba claramente favorecido, era mi oportunidad, con todos estos mamertos casados (que buen grupo de viaje elegí). Enseguida planificamos todo, íbamos a comprar unas cervezas para emborracharlas a la noche y después de esto yo entraba en escena, para no arruinar nada. Guido me prestaría el perfume y Tito me hacía el entre, me iba a presentar como un tipo correcto. Yo ya tenía como veinte preservativos en el bolsillo y ocho chicas para elegir. A todo ésto transcurrían las dos de la tarde aproximadamente, faltaba mucho para la noche, pero ya sentía esos nervios en la panza. Me comía la cabeza: “Un sanguche de milanesa en perú, uff”.

Ya nos habíamos instalado en los cuartos brindados por Solange, provistos de patiecito con cocina, pileta para lavar y tendedero para colgar todo. El calzoncillo que ya cumplía cuatro iba a poder ser reemplazado por uno con olor a jabón, listo para la nochecita. Además de las raras sinapsis que se producían dentro de Solange, sufría de una importante disfunción auditiva.
Muy mala idea la de Tito que se dispuso a explicarle a la señora, en un tono muy alto, que estábamos tratando de encontrar una bombilla (todavía no nos recuperábamos del todo) para tomar mate, y qué era el mate, y qué era la bombilla. Durante el imposible acto, desde el primer piso del cielo se asoma un noveno ángel que escuchó la conversación. Su aura resplandecía incandescente, no tanto por sus atributos físicos, sino por que llevaba en su mano derecha una bombilla. Arrojándola y expresándonos suavemente que era su regalo para nosotros. Después de su aparición fugaz se retiró como flotando.
El grupo volvió a ser “El grupo”.

Con dos kilos de yerba nos dispusimos a dar comienzo a la mateada eterna, después de tanto tiempo. Y mate tras mate, ronda tras ronda, vuelve a hacerse presente Solange que con voz alta interrumpe: ¨¿A ustedes les gusta el fútbol? Porque tengo una pelota que les puedo prestar para que jueguen en la playa si quieren”. No podíamos pedir más. Entre la emoción de la ropa limpia, la cocina, la bombilla y el fútbol nos cansamos tanto que nos fuimos a dormir ni bien llegamos de la playa. La noche siguiente el grupo, en soledad, brindó por el fulbito y las mateadas. Las chicas se habían ido, una lástima. Pero que bien que la pasamos.


*Foto1 y 3: Playa de Huanchaco
*Foto2: Con Solange en su hostal

Prohibido ser pobre


Por Juan Carlos Dall'Occhio

Fue en 1995 cuando la Policía del Pensamiento decidió difundir eficazmente por toda América Latina el monótono síncope de la cumbia residual a partir del recordado caso en la ciudad de Sarapoya, cuando se escaparon los enanos del circo del “Ruso” Todorov y el oportunista de Lalo Embloque compuso el tema -sí a eso se lo puede llamar componer- “Agarrame el enano con la mano”. “Me inspiré cuando ví el informe de los enanos en el noticioso de las ocho- confesó a este medio el cumbianchero- la conductora que narraba el hecho tenía una minifalda reveladora que desnudaba sus largas y quebraditas piernas. La imagen provocó que se me parara... el corazón, je”. El tema de Embloque alcanzó un fanatismo inédito y en consecuencia una gran cantidad de jóvenes apasionados por los ritmos tropicales, sin dotes musicales y con un alto grado de calentura sin institución educativa que les reprima la animalidad, continuaron con esta particular rama del dos por dos por dos por dos, de alto contenido escatológico, banal y plagado de insinuaciones sexuales al objeto mujer sin ningún tipo de argumento en sus letras. “Chica pura, chica pura, a vos te cabe mi picadura” o “corazón de arroz, corazón de arroz, la que me cuelga es para vos”, son algunos ejemplos.

La criatura había nacido y la siempre ortiva Policía del Pensamiento debió marcar límites por si el paco, la fama y la pobreza se convertían en un peligroso cóktail que convirtiera a estos jóvenes, por casualidad, en nuevos líderes revolucionarios. Tal es así que a principios de 2000 se rumoreó que giraba una banda que intentó incorporar un atisbo político a sus canciones, pero su intento fueron inmediatamente censurado y los músicos mutilados, expuestas sus miembros en la Plaza de Armas. “La novia del primo de un amigo de mi hermano, que andaba en la movida, decía que había visto al grupo Mamao -así se lo conocía- entonando su hit 'Te meto mi bala en la Habana'”, contó a MirarPensarMirar un joven que prefirió reservar su identidad, y agregó: “Para mi eran puras supersticiones, rumores que suele hacer circular la Policía del Pensamiento para amedrentar a las bandas que se inician”.

En suma, este particular ritmo tropical controlado por la Policía del Pensamiento dió amorfa forma a un nuevo ritmo: el Regetón. Actualmente suena en todas las difusoras de radio y televisión peruanas, además de las discotecas, para destruir los oídos de los habitantes y el folclor de ese país “por viejo y anticomercial”, según el comisario de la N°1 de Miraflores, James Shara O'Connor.

En este contexto se inscribe este flamante y polémico proyecto del Ministerio de Amor (Minimor), ilustrado en la foto que complementa el presente cable. Hace unos meses el Minimor decidió prohibir las actividades renales públicas y privadas, “la iniciativa tiene por objeto que las calles de Lima luzcan y huelan a limpio como mis manos luego de una buena enjabonada”, argumentó El Gran Hermano peruano.


Retención de líquidos; la nueva estrategia del Líder quien recientemente se alió con Godot en la cruzada “Basta de hambre y pobreza, cómase a un pobre”. El plan avizora que los más de cinco millones de indigentes que viven en la capital peruana no tengan que pensar dónde esconderse para hacer uno o dos “tres todavía no lo podemos controlar, pero el uso obligatorio del corcho en el ojete está muy avanzado”, observó Godot y agregó: “La medida reemplaza la humillación pública por un leve trastorno psicosocialmoral”, completó el señor al que, aquí más que nada, todos esperan.

El proyecto fue desarrollado por el ex ministro de planeamiento urbano de Alemania, Hans Hüreguten, y el ingeniero George Mc rise; y financiados por el Señor Burns de Springfield, Illinois. El precio de la iniciativa ronda los 200 millones de dólares más dos toneladas de arroz con salchipapa y chicha en bolsa para bajarlo.

Los amos del mundo dan voz de alarma sobre la pobreza y trabajan en conjunto para su completa y total desaparición de la vista de los más acaudalados. “En el barrio Miraflores estamos muy avanzados: pasamos de la Cumbia y el Regetón a Bon Jovi y Madonna; los McDonals, Starbucks, Pizza Hut, Burget King y Donkin Donut's, entre otros, taparon a los mercados de abastos y a los puestitos de chipá. Puedo decir con orgullo que aquí los pobres quedaron fuera de la vista de turistas y residentes”, se emocionó el alcalde con la voz quebrada y los ojos inundados, y al recuperarse agregó: “También pusimos banderas yanquis en los faroles de la ex Plaza Manco Capac -primer cacique Inca-, ahora conocida como Kennedy square”.


Perú está en paz. Las verdaderas cabecillas de la revolución mundial trabajan para matar el hambre y la pobreza, a los hambrientos y a los pobres, con la bandera del neoliberalismo por una América Latina con la mierda más oculta: “Hoy estallan las vejigas, mañana la alegría”, afirma el documento. “El hambre mata en callado y a los callados”, dijo por ahí un escritor latino.

Recorrido por Cusco y el Valle Sagrado


Por Agustín Kazah

-Ya no tienes más caballo- sentenció el pequeño Kevin de sólo once años. Kevin no es rubio, ni de ojos celestes, ni está solo en su casa... tal vez ese es su problema, parece que nunca salió de ella. Afuera la imponente ciudad de Cusco.
Kevin movió su torre cuatro casilleros hacia adelante. -Te toca- se limitó a decirme. Yo era su huésped, vivía en su casa; con su familia, como lo hacen miles de turistas al año. Represento un ser anónimo para el niño, alguien que le presta cierta atención, intentando fingir algún interés en una partida de Ajedrez. Seguramente, a esta altura del viaje en Tarapoto, Kevin ya me olvidó.
-Ya no tienes más caballos- repetí burlón, al tiempo que en que mi alfil ganaba el casillero de su último equino.

-Y tu tampoco- replicó Kevin, volviendo a destacar su anterior jugada.

Minutos más tarde se produjo el primer Jaque que el pequeño superó con cierta destreza -vale aclarar que recibió ayuda de Marra, mi compañero y amigo de viaje-. A él y a Guido los habíamos encontrado, precisamente, en esa misma mesa del hostel “La casa de la abuela” mientras desayunaban enfrentados ante el objeto de deseo... pero esa es otra historia. A través del ventanal, Cusco seguía imponente.

-Jaque mate- alardeé esta vez como si estuviera compitiendo contra el jugador más experimentado del Perú. Ahora sí, lo había derrotado: mi oponente de once años estaba atrapado, sin jugada posible, como estuvieron los Incas en esa misma ciudad unos cientos de años atrás, acorralados ante la amenaza española. No obstante algunos de ellos corrieron mejor suerte que Kevin y pudieron escapar a otros sitios. Dicen que algunos llegaron a pagar 200 dólares para atravesar el novedoso “Camino del Inca” y llegar a la ciudad de Machu Picchu (tómese la ultima oración con el sarcasmo propio de un resentido viajero latinoamericano abrumado por lo comercial del turismo).
Ni siquiera ese lugar se llamaba Machu Picchu entonces. Ese nombre le dió a su descubrimiento Hiram Bingham, cuando ya nadie habitaba allí, ni quedaban más Incas para preguntarles como se llamaba la ciudadela.
En fin, llegamos a las ruinas de Machu Picchu con Guido, Tito y Marra, atravesando los pueblos de Ollantaytambo, Santa María y Santa Teresa -este ultimo cobró especial importancia al ofrecernos el saneamiento de nuestros cuerpos fatigados en sus aguas termales-.
Al día siguiente caminamos tres horas sobre las vías del “Peru Rail”, único medio de transporte para llegar a Machu Picchu (esta vez dejo absoluta libertad para que formule su propio sarcasmo o ironía...como ayuda sólo agrego que el viaje en este tren también se paga con dólares americanos).

Llengando a Machu Picchu se largó a llover y no paró hasta el día de la partida. En el punto panorámico de las ruinas cerré los ojos y escuché tambores que provenían del centro de la ciudad perdida, pero al abrirlos sólo distinguí el contingente de turistas brasileros que tomaban fotografías con sus gorritos naranjas que los diferenciaban de otros miles.

De vuelta en Cusco volvimos a alojarnos en “La casa de la abuela”. Esta vez Kevin sonreía con particular excitación. Al tiempo de nuestro regreso, sin saludar siquiera, me mostró el tablero de ajedrez.
-Ahora no tengo ganas- le dije, y me retire a mi habitación.

*Foto1: Machu Picchu
*Foto2: Camino alternativo
*Foto3: Kevin

16.1.09

El Comedero de Chula

Por Juan Carlos Dall'Occhio

-¿Acaso sabe usted quiénes fueron los primeros hombres del mundo en navegar?- desafió Raúl, fumando, con la voz ronca y luciendo inclinado el pecho peludo que escapaba de su camisa desabrochada.
Juan Ramírez enarcó las cejas y arriesgó- mire señor, no creo que esa información esté confirmada por los historiadores, pero probablemente hayan sido los pobladores de alguna isla importante como el Japón o Gran Bretaña, cuyas marina mercante se desarrollaron precozmente en busca de nuevas especias-.
El comedero de la Chula se inmiscuyó en un silencio de montaña, Juan Ramírez y Raúl, dos grandes rivales de Nasca, volvían a encontrarse en una acalorada discusión.

Una vez, luego de una larga querella entre estos dos hombres sobre las diferencias entre la tela de llama y de alpaca, Nasca entero terminó a los sillazos y chicharronazos por las calles: “El hecho trascendió hasta el Perú 21, prestigioso diario local, que publicó una nota de 500 caracteres en una esquinita de la sección de Sociales porque por esa fecha celebrábamos la fiesta de la Huaca”, nos relató un pueblerino. Aunque el aporte fue notablemente exagerado, las discusiones entre Juan Ramírez y Raúl, se sabe, suelen ser caldeadas y dividen a aguas entre nasqueños.

-ya, ya, ya- prosiguió Raúl burlón estirando la letra “a” exageradamente -esas son patrañas, tus conocimientos sólo entienden los límite que te han permitido en la escuelita- finalizó la frase acercando sus rostro al de Juan Ramírez, que le sonrió falsamente. Raúl siempre envidió a su rival por haber terminado los estudios para Guía de Turismo en la Universidad de San Martín en Lima.

-Los vikingos mi amigo bello- prosiguió Raúl con aire pedante y levantando la frente para que todos notaran su victoria -los vikingos fueron los primeros navegantes. Y además estas Líneas no las hicieron ni los Nascas, ni los Incas y mucho menos los Mochicas, estas líneas las hicieron los extraterrestres. Ahora, es cierto que la cultura peruana es la mejor y la más desarrollada del mundo a pesar de haber sido desbastada por las conquistas- el hombre golpeaba el dedo índice sobre la mesa ante cada afirmación y utilizaba un vocabulario forzadamente culto para impresionar a los presentes.

-Aaah- argulló Juan Ramírez -ahorita mismo me vienes con lo de las Líneas. Un borracho fracasado como tu desafía a la ciencia, la prestigiosa ciencia, que lleva décadas... perdón... siglos estudiando a las sociedades precolombinas sosteniendo que...- larga una risita falsa y giró la mirada hacia el auditorio interpelándolo - ...los extraterrestres, seres de otro planeta, aterrizaron aquí, en el mismo desierto de Nasca para hacer las imponentes Líneas. Por favor señor no nos chacoteé-.

La expresión de Raúl mutó a la de un simio furioso a quién le acaban de quitar el alimento, se levantó de un salto de la silla y estiró su garra derecha contra el cuello de Juan Ramírez, quien todavía nos miraba triunfante. Su compadre, Víctor, lo agarró del antebrazo. Fue ahí cuando mi compañero decidió intervenir...

Pero primero, para llegar hasta ese momento, con el Bocha habíamos arribado a Lima por la mañana y, caos urbano mediante, tomamos un bus sobre Javier Prado y Panamericana que nos llevó por la carretera costera hasta Ica, capital de su homónimo departamento. En el bus conocimos a un simpático iqueño que al bajar nos aconsejó tomar otro hasta Nasca, pequeño pueblo a 100 kilómetros de la capital, -mi 'ijo, es una alternativa más económica y próxima a la ciudad de Cusco- lugar donde nos vamos a encontrar con otros dos compañeros que vienen de Bolivia, -tómenlo pues- sentenció.

Nasca tiene una de las culturas más antiguas del Perú. Según Raúl, los mejores en textilería: “En un centímetro cuadrado conviven 200 hilos”. La ciudadela se encuentra a 420 kilómetros de Lima y a 30 minutos de las playas del pacífico “a las que sólo concurre la gente más pituca”, agregó el iqueño del bus.

El principal atractivo de Nasca, según el manual del buen turista, son sus Líneas: unos inmensos dibujos trazados en el desierto de piedras negras que al separarlas desnudan la blancura de la arena peruana que al calor del sol se asientan sobre la superficie. Los dibujos, de prolijidad algorítmica, sólo pueden ser vistos en su totalidad desde el aire y para ello la alcaldía montó un pequeño aeropuerto desde donde salen avionetas. La excursión cuesta 60 dólares americanos, pero como debemos evitar grandes gastos para el resto de los meses de viaje vimos algunas figuras desde una pequeña sierra. Tal vez por el cansancio del vuelo las Líneas de Nasca no obtuvieron nuestra admiración.

Ya por la tarde, regresamos al pueblo para comer algo. Una muchacha nos recomendó probar la Causa en el comedero de la Chula, una especie de pastel a base de papa pisada, mezclada con ají amarillo, limón y aceite. Allí nos dirigimos.

Todavía intrigados por las Líneas, le preguntamos al señor de la mesa del al lado si sabía su significado -Claro amigo, soy guía turístico y nasqueño, cómo no lo voy a saber. El nombre del pueblo, Nasca, viene de “nanasca” que en quechua significa “sufrimiento”. Este nombre fue acuñado por la población originaria de estas tierras aconsejados por su Chamán, a quien los Dioses le encomendaron que debían vivir en constante sufrimiento para mostrar su lealtad... el hostil clima del desierto fue el marco ideal para cumplir con su mandato, y allí los Nascas trabajaron de sol a sol soportando temperaturas de más de 40 grados dibujando las Líneas en el árido desierto como ofrenda a los dioses-.

El Bocha y yo quedamos conformes con la explicación. No obstante, Raúl interrumpió en clara oposición a lo expuesto y desencadenó lo anteriormente relatado.

Como les decía, en ese momento mi amigo pidió moción y argumentó -Ambos tienen razón. Juan Ramírez al decir que eran ofrendas para los Dioses, y Raúl que las Líneas son un arte propio de seres extraterrestres: ambas teorías implican necesariamente involucrar a seres sobrenaturales... para eso nos sirven los mitos, como posibilidades, ficciones, mezcla de teorías; lo que resta es interpretación y esta bien que haya varias sobre un mismo objeto-. Por segunda vez el comedero de la Chula enmudeció, expectante. El Bocha y yo miramos atónitos a los presentes y sonreímos por la reacción, hasta que un joven, flaquito y encorbado, gritó desde la puerta: “Pero los extraterrestres no nos protegen, los dioses sí”, "tiene razón", se le sumó una señora. Y estalló nuevamente la discusión como si nada hubiese sucedido.

Devolvimos los platos a la Chula en medio del griterío y le agradecimos por su excelente Causa. Despedimos como pudimos a nuestros compañeros de cena para ir a dormir, mañana salimos tempranito a Cusco, allá nos vamos a encontrar con los chicos.


*Foto: El árbol, Líneas de Nasca.





Más información de Nasca

15.1.09

El viento en la isla



El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra, mientras yo,
sumergido bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

Pablo Neruda - Los versos del capitán

Video: Isla del Sol, lago Titicaca, Bolivia.

5.1.09

Ni ver, ni observar.



Por Juan Carlos Dall'Occhio

Mirar no es ver ni observar. Mirar incorpora un atisbo de pensamiento y reflexión, nuestro bagaje, nuestras experiencias, nuestros sentimientos. Mirar es mirarte mirar. Es el contexto y vos, no un campo visual. Observar es de laboratorio, es quitar la trama para dar cuenta en detalle de una parte de la historia, estudiarla. La mirada conquista y a la vez se somete; con la mirada decimos “te quiero” y “te odio” sin agitar el aliento. La mirada comunica a través de la humedad de los ojos, pero también con la tibieza de los labios, la profundidad de las comisuras, el balanceo de las cejas y el juego del pestañeo.

Mirar te compromete con lo que te rodea. Si es un lugar, te imaginás allí para toda la vida; si es una persona, te imaginás con ella hasta las últimas consecuencias. La mirada evalúa, el pensamiento la apiña. La mirada es futurología y nostalgia, es la reflexión.
La mirada necesita asentarse, necesita un golpe de freezer y volver al horno.
Respiro, interrupción, para volver con algo nuevo: sólo así la mirada es completa. La mirada es catálisis, un viaje dentro de un viaje que no necesariamente implique cambio espacial. La mirada se reinventa con un gesto, como el jugo de naranja que me prepara mi vieja cada vez que depunta un nuevo día.

Viajar es cambiar el punto de vista para que se enriquezca la mirada. Fundamentalmente cambiante, la mirada , indómita y excéntrica, encuentra en los sentimientos un cable a la pacha mama. El punto de vista será el lugar desde donde se proyecte la mirada. Tolerante, humilde, sencilla, rocambolesca.




Y acá va a estar la mía, en un constante fracaso de inmortalizarla, de detenerla en el tiempo.



Pero Ea!, tiene algo de positivo, y es que voy a poder intentarlo una y otra vez hasta el hartazgo. Palabras, imágenes y videos, comprometidas con nombre y apellido, sobre un viaje: el mío y el de mis amigos. No será información, ya que esta requiere de una inquebrantable certeza que no me pienso permitir: yo voy a dudar, eso se los aseguro, para poder mirar, pensar y volver a mirar.



tito



*foto: "Paz" de Guido