29.5.09

Atacames (viaje desembarcado)

por Philippe Corre*

Ah ouf, cette fois c est la bonne! Belle plage, de l animation, une mer propre, nous y sommes. Premiers bains, premiers rouleaux, et un peu plus pour pour certains, enfin euh j anticipe, reprenons. A peine arrives sur la plage, nous invitons 4 argentins supposés a la vue de leur bombilla de mate a partager un foot. Nos différentes confrontations au cours de ce sejour seront a l image du France/Argentine de Marseille, des défaites franches et indiscutables.
Le Toque des Tito, Guido, Nicolas et Agustin a vite eu raison de notre débauche physique de buveurs de bière. Faudrait qu on pense a se mettre au maté nous aussi.

¡¡Ah esta vez si!! Estamos en el Pacifico Soñado. Linda playa, mucha movida, un mar limpio, las chicas en bikini: llegamos. Primeros baños, primeras olas y primeros rollos para Cecile, hermana de Jean Philippe, quien nos ridiculizó en nuestra carrera por la camiseta nacional de fútbol (el primero que estaba con una chica/o se ganaba la camiseta del país...).

Bueno retomo. Cuando recién llegábamos a la playa invitamos a cuatro “boludos” argentinos (lo supusimos por la bombilla de mate) a compartir un fútbol. Nuestros diferentes partidos playeros durante nuestra estadía fueron similares al enfrentamiento de las selecciones de Francia y Argentina en Marsella: derrotas francas e indiscutibles. El "Toquecito" de los Tito, Guido, Nicolás y Agustín acabo rápidamente con nuestro desgaste físico de bebedores de cervezas. Tal vez sería una buena idea que pensamos en tomar mate nosotros también!!



* Philippe es uno de los amigos de Bretaña, que conocimos en Ecuador, y que por esas cosas que tienen los viajes hoy está en Argentina compartiendo nuevamente unos mates con nosotros. La amistad que allá formamos quedó inmortalizada en un posteo póstumo:


http://mirarpensarmirar.blogspot.com/2009/02/viaje-embarcado.html

26.5.09

De cronopios y de famas, por Julio Cortázar


Flor y cronopio

Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos.
Primero la va a arrancar,
pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber:
le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor
y se duerme envuelto en una gran paz.

La flor piensa: «Es como una flor».

Foto: Cajamarca, Perú.

22.5.09

"La decadencia de los dragones", de William Ospina


EL PLACER QUE NO TIENE FIN

En eso, una vez más quisiera comparar a la literatura con la música. Quien escucha música para algo, no la escucha plenamente. Sólo lo hace quien la escucha por la pasión de hacerlo, porque la disfruta, porque la necesita, porque es parte de su vida escucharla. Además, como tanto se ha dicho, la música destruye el principio de que las cosas existen para ver un desenlace. Quien oiga música esperando un final, se habrá perdido la sustancia de cada instante. Porque la música es cada instante; aprender a oír música es aprender a reconciliarse con el paso del tiempo, amar lo que existe y huye, recibir lo que viene, para lo cual es necesario continuamente despedir lo que pasa. Yo diría que si bien hay muchos libros que nos dan su tesoro una vez y ya no reclaman de nosotros repetición alguna, los mejores libros son aquellos a los que siempre queremos volver, de los que no podemos decir que ya los conocemos, a los que siempre estamos conociendo.
Ese es uno de los misterios del arte, un misterio que el arte comparte con la naturaleza. Cuando alguien dice "ven, vamos a ver salir la luna llena", uno normalmente no responde "yo ya la vi salir el año anterior", uno corre a verla de nuevo como por primera vez. Y no decimos "yo ya vi el mar, ya vi las estrellas, ya vi el atardecer", volvemos a ver el mar, "que siempre recomienza", volvemos a la primera estrella como fuéramos el primer ser humano que la mira. Volver al atardecer, como decía Borges, como si el secreto intacto que arde en él por fin estuviera a punto de ser revelado. Así son el arte y la música y la literatura. Claro que es un goce ese libro que nos recomiendan, que no hemos leído y que empieza a perfilarse como una promesa. Pero tal vez los mejores libros son aquellos que, leídos muchas veces, siguen siendo una promesa para nosotros.
Foto: Pato, Carmo - Brasil.

18.5.09

No lo leí

Este posteo surge de un texto de Cortázar que leyó Guido y decidió compartirlo conmigo. Como en ese momento me encontraba en la noche previa de rendir un examen, le respondí el mail justificando porqué no lo iba a leer todavía. Durante la redacción se me iban viniendo, de golpe, muchas cosas a la cabeza que no dudé en compartirlas con mi amigo. Vaya si estaba cargado ese día, que cuando me dispuse a escribir sólo unas líneas escupí lo que me estaba pasando. A Guido le pareció interesante subirlo al blog y, después de meditar varias veces sobre la verguenza que daría hacerlo "público", decidí hacerle caso... sólo que esta versión está un poco peinada.

tito

Locura,

Me guardo el texto para compartirlo alguna noche de debate cine con el Bocha. A propósito de tu ausencia-texto-presencia. No casualmente nos acabamos de despedir hasta el fin de semana con el muchacho de continuidad de la frente con la nariz. No casualmente fue a la salida de la Feria del Libro, que de feria sólo tiene el nombre -¿A nadie la preocupa pensar que tan bastardeada quedó la palabra feria, como la palabra mercado, con lo que hoy se convirtieron? “Ya no en esos románticos lugares donde se intercambiaban bienes y chismes”, dijo Galeano- Seguro que sí, y muchos se lo deben preguntar, pero estamos tan atomizados que nos es difícil encontrarnos.

De todas maneras jugamos. Sí, jugamos. Primero recorrimos la Feria: "Muy bueno este", "muy caro lo otro" "mirá, el inédito de Cortazar" "ese tipo es mi profesor" "genial, conocer en carne y hueso a un escritor lo saca de ese lugar de semi-mostruo y saber que los escritores existen". Después jugamos a las escondidas, o mejor dicho, a las encontradas. "En una hora y media en el stan de la la La Nación". Encontramos un libro para cada uno, que uno le encontró al otro para evitar ese doloroso paso de la negociación cual mercancía. Así convertimos el deseo de consumo en el regalo de un amigo y no en una transacción. Un inesperado regalo aparte, más sutil, más sencillo, más mágico.

Ahora tengo Modernidad, historia y política de Agapito Maestre. No sé quién es, ya me enteraré, pero la encuadernación, la tapa, el olor, el gramaje de las hojas, las tintas negras que cubren el crema de las páginas incorporar el alma de la contracultura, de la amistad que por un rato todo lo puede. Como este mail, como Lucas, sus compras de Cortázar que me mandaste y que insisto en que todavía no leí.

¿Cómo anda por allá el amigo? Seguro que bien y eso me alegra. Yo también estoy bien si me pregunta. Estudiando, ya rendí una serie de parciales, el jueves me queda, por caso, el saldo de filosofía... al que le tengo miedo a pesar de ser la materia que más veces leí antes de un examen... miedo porque la leo con el cuerpo, con el alma, y eso me desnuda y me confude, todo lo cuestiono, todo me lo cuestionan.

Hoy fuí al médico y la doctora que me atendió me dijo que estoy bien, un kilo abajo de la media nomás, -¿Le estará contando la médica a una amiga o al marido que hoy atendió a un paciente y le dijo que estaba bien?-. Muy atenta la señora. Vió en mi formulario la temprana muerte de mi viejo y me preguntó sobre eso. Se sensibilizó creo. Me preguntó cómo lo estaba llevado, cómo estaba mi vieja. Comentó que debía haber sido un cambio radical en mi vida. “Creo que no existe ni un bien ni un mal para definir cómo se lleva esa situación”, le dije, “simplemente se llevan”. Y eso lo comprendió muy bien.

Yo no me quedé ahí, no, no, no. Seguí pensando... me fui caminando en vez de tomar el colectivo. Pensé mucho, pero no me animé a sentarme en un banquito de Parque Centenario a pensar más de lo que estaba ya pensando. Sentí dolor, hace mucho que no lo sentía así, sentí dolor y me repetí la afirmación de la médica: "Te cambió la vida después de ese momento". Sí, me cambió, me cambió y me sigue cambiando, pero eso no me pone triste; es como aprender algo nuevo todos los días.

Leí en el diario sobre una enfermedad genética que se llama CIPA o “insensibilidad congénita al dolor” –voy a tener que preguntarle a Marra que seguramente sabrá precisarla mejor que yo-. Me llamó la atención esta enfermedad porque, según la doctora que entrevistaban y que había estudiado varios casos de CIPA, los chicos que la padecen, por ejemplo, se rompen una pierna mientras juegan y se levantan y siguen caminando sobre ella como si nada. “Sienten que algo les incomoda al caminar, - dice - pero se siguen moviendo”. Hay un caso de un chico al que le tuvieron que sacar los dientes de leche porque se arrancaba trozos de su propia lengua. También se lastimó las manos y otras cosas que no vienen al caso para no hacer amarillismo. Todo por no sentir dolor. Además, viven en un estado de permanente control para evitar autoflagelaciones.

Entonces pensé; finalmente el dolor no es un síntoma para despreciar, el dolor es el síntoma de la vitalidad, sin dolor no percibimos todos los aspectos de la vida, el dolor te dice "acá estás, de frente contra el mundo", algo de eso, me dijeron, explica Schopenahuer. El dolor de ver un e-mail en Colombia, en Panamá o en Conecticut de tu mamá y sentir ganas de abrazarla. El dolor dulce o el dolor amargo, de cualquier manera estás vivo. Y es energía no es medible ni cuantificable, es la energía de la vida, el tiempo mesiánico, la pausa. De eso hay que aprender, hay que enfrentar y no huir, no hacer zapping con todo.

Así es, así estamos. Seguramente la noche va a ser larga para quién tiene parcial mañana. El mail es algo inconexo, así se presentó el alma esta vuelta... no hace falta explicación para quien habla el mismo idioma. Que sigas bien, que sigas de viaje.

Abrazo


foto: Naturaleza muerta, de Guido en Cartagena

7.5.09

Experiencia

“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce”.



por Juan Carlos Dall'Occhio


-Cuando tengas mi edad vas a entender. Yo te lo digo por experiencia.


Pero ¿Qué es la experiencia? Muchas cosas se ocultan a través de frases hechas, lugares comunes, cliché. Detenernos a desocultarlas es casi una obligación intelectual. Mirada crítica también se puede decir. En suma, la pregunta, la duda, serían el primer acto de reflexión frente a determinadas cosas que nos pueden llevar o no a respuestas correctas, pero en definitiva ¿Qué es lo correcto?

Sobre la experiencia; cuántas veces nos corrieron de discusiones o sencillamente las finalizaron con esa maldita oración: “ya vas a entender cuando tengas mi edad, te falta experiencia”. Cualquier califa que tenga hermanos mayores sabrán entender; muy frecuentemente sucede con los padres. Habría que definir experiencia. Quizás algo influenciado por las cosas que leí (como Walter Benjamin), entiendo a la Experiencia, no como algo que está atado a un tiempo -a un “tiempo vivido”-, sino a la capacidad de convertir en relato a eso vivido.
El relato puede presentarse de varias formas: como narración, como poesía, como video clip, como un saber hacer. Es necesario tener en cuenta esto. Del mismo modo que no es arbitrario el canal por el cual se exprese o elige expresar: en este sentido, no es lo mismo pasar las fotos de mis vacaciones por la computadora mientras las comento frente a un conjunto de personas que, torturadas de embole, se resignan autómatas frente al material visual. Por ello, un relato compone y reconstruye intelectualmente una acción pasada, es el esfuerzo de las sensaciones (corporales y sentimentales, todo en uno, porque eso somos: un todo orgánico).

Por otro lado, el argumento “te falta experiencia” también es represivo. Parecería ser condición de la experiencia llegar a cierta edad, la cual te habilita a voz y voto. ¿Pero es realmente así? Hay sobrados ocasiones en que esto se contradice. No obstante, no se trata de echar en cara nada a nadie -ni que los pendejos gugemos sobre el mundo que los viejos creen que habitan, ni que los viejos impongan sus valores sobre la impunidad de la pendejada- sino de pensar lo establecido y ponerlo en duda. La opinión, la intervención, la discusión no tiene ese límite de edad, justamente porque es la confrontación de las generaciones y culturas la que le dan giro a la idiosincrasia de este gran circo moderno. Sino nunca hubiésemos visto a una chica en bikini en la playa.
Un oficial de la armada, en 1976, dijo una vez a un diario: "Me asustan las personas jóvenes ahora, es algo terrible. Voy a la puerta y si es una persona joven no la abro". Sabemos como acabó, aprendimos al extremo como alguien puede acallar una discusión, ¿Es necesario repetirlo? algo más para apuntar a la hora de pensar la imputabilidad de niños - y no menores como se dice- NIÑOS de 14 años.

Vuelvo. El debate es la pala que despega las cáscaras adheridas al pensamiento. El ejercicio intelectual que, a los académicos, los saca de los esquemas de los libros, y a los divagantes les obliga el compromiso. Entrenar la mirada, relatarla.

En el colectivo, hoy, escuché a una señora decirle a la otra: “¿Cómo es posible que los inmigrantes, además de invadir nuestro país, usan nuestros hospitales?”. Otra frase común, ¿de qué inmigrante hablamos señora? Del boliviano que se rompe el culo laburando o de, por caso, el dueño de Coca-Cola FEMSA. Este último probablemente no use los hospitales, pero si a la gente como un recurso.

-Señora, con todo respeto, pero usted está haciendo un acto de discriminación. Una persona tiene derecho a recibir cualquier tipo de servicio básico independientemente de donde haya nacido.

La discusión terminó ahí. Por entrometido me ligué una serie de repudios: “insolente”, “pendejo”, “chusma”. Tan trillados como las frases aquí propuestas. Lo que quiero reflejar a través de esta situación es lo poco asimilado que parece estar la confrontación de ideas. La falta de tolerancia que desemboca en discusiones estériles con argumentos igual de cerrados. Entonces propongo lo siguiente, agarremos todo lo que tenemos por dado, por definitivo y seguro, y tirémoslo a la mierda. Porque ahí está el ejercicio intelectual: volver a tomarlo de a pedacitos y re construirlo, mirarlo, pensarlo y volverlo a mirar.



foto: Desayuno con Mario Benedetti en Cuenca.

Un alegre en este infierno (Divididos)

A dónde va esta ciudad
Dicen que se va a apagar
Qué quedó del sueño aquel
Quién va a ser rey de esta soledad.


Un pueblo de egos solos
Buscándose en la oscuridad
A estos hombres tristes


Por favor no dejen de amar.


Por acá no pasarán
El hambre de tu sueño robó
Simplemente imagina

Un alegre en este infierno

Futuros y pasados
Te roban el presente
Un mundo sin sopapa
A qué hora vuelve la luz?.


Que no roben tus sueños
Que no roben tus sueños
Que no roben tus sueños
Que no roben tus sueños
Que no roben tus sueños



Y por acá no pasarán.