7.5.09

Experiencia

“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce”.



por Juan Carlos Dall'Occhio


-Cuando tengas mi edad vas a entender. Yo te lo digo por experiencia.


Pero ¿Qué es la experiencia? Muchas cosas se ocultan a través de frases hechas, lugares comunes, cliché. Detenernos a desocultarlas es casi una obligación intelectual. Mirada crítica también se puede decir. En suma, la pregunta, la duda, serían el primer acto de reflexión frente a determinadas cosas que nos pueden llevar o no a respuestas correctas, pero en definitiva ¿Qué es lo correcto?

Sobre la experiencia; cuántas veces nos corrieron de discusiones o sencillamente las finalizaron con esa maldita oración: “ya vas a entender cuando tengas mi edad, te falta experiencia”. Cualquier califa que tenga hermanos mayores sabrán entender; muy frecuentemente sucede con los padres. Habría que definir experiencia. Quizás algo influenciado por las cosas que leí (como Walter Benjamin), entiendo a la Experiencia, no como algo que está atado a un tiempo -a un “tiempo vivido”-, sino a la capacidad de convertir en relato a eso vivido.
El relato puede presentarse de varias formas: como narración, como poesía, como video clip, como un saber hacer. Es necesario tener en cuenta esto. Del mismo modo que no es arbitrario el canal por el cual se exprese o elige expresar: en este sentido, no es lo mismo pasar las fotos de mis vacaciones por la computadora mientras las comento frente a un conjunto de personas que, torturadas de embole, se resignan autómatas frente al material visual. Por ello, un relato compone y reconstruye intelectualmente una acción pasada, es el esfuerzo de las sensaciones (corporales y sentimentales, todo en uno, porque eso somos: un todo orgánico).

Por otro lado, el argumento “te falta experiencia” también es represivo. Parecería ser condición de la experiencia llegar a cierta edad, la cual te habilita a voz y voto. ¿Pero es realmente así? Hay sobrados ocasiones en que esto se contradice. No obstante, no se trata de echar en cara nada a nadie -ni que los pendejos gugemos sobre el mundo que los viejos creen que habitan, ni que los viejos impongan sus valores sobre la impunidad de la pendejada- sino de pensar lo establecido y ponerlo en duda. La opinión, la intervención, la discusión no tiene ese límite de edad, justamente porque es la confrontación de las generaciones y culturas la que le dan giro a la idiosincrasia de este gran circo moderno. Sino nunca hubiésemos visto a una chica en bikini en la playa.
Un oficial de la armada, en 1976, dijo una vez a un diario: "Me asustan las personas jóvenes ahora, es algo terrible. Voy a la puerta y si es una persona joven no la abro". Sabemos como acabó, aprendimos al extremo como alguien puede acallar una discusión, ¿Es necesario repetirlo? algo más para apuntar a la hora de pensar la imputabilidad de niños - y no menores como se dice- NIÑOS de 14 años.

Vuelvo. El debate es la pala que despega las cáscaras adheridas al pensamiento. El ejercicio intelectual que, a los académicos, los saca de los esquemas de los libros, y a los divagantes les obliga el compromiso. Entrenar la mirada, relatarla.

En el colectivo, hoy, escuché a una señora decirle a la otra: “¿Cómo es posible que los inmigrantes, además de invadir nuestro país, usan nuestros hospitales?”. Otra frase común, ¿de qué inmigrante hablamos señora? Del boliviano que se rompe el culo laburando o de, por caso, el dueño de Coca-Cola FEMSA. Este último probablemente no use los hospitales, pero si a la gente como un recurso.

-Señora, con todo respeto, pero usted está haciendo un acto de discriminación. Una persona tiene derecho a recibir cualquier tipo de servicio básico independientemente de donde haya nacido.

La discusión terminó ahí. Por entrometido me ligué una serie de repudios: “insolente”, “pendejo”, “chusma”. Tan trillados como las frases aquí propuestas. Lo que quiero reflejar a través de esta situación es lo poco asimilado que parece estar la confrontación de ideas. La falta de tolerancia que desemboca en discusiones estériles con argumentos igual de cerrados. Entonces propongo lo siguiente, agarremos todo lo que tenemos por dado, por definitivo y seguro, y tirémoslo a la mierda. Porque ahí está el ejercicio intelectual: volver a tomarlo de a pedacitos y re construirlo, mirarlo, pensarlo y volverlo a mirar.



foto: Desayuno con Mario Benedetti en Cuenca.

1 comentario:

Bocha dijo...

"Hay que desconfiar de todo discurso que se proclame como verdadero, inclusive del discurso de Foucault"
y luego, "el hombre moderno logra la plenitud de su existencia viviendo cada dia como si fuera una obra de arte" Michel Foucault.