27.10.09

Hay bastante metafísica en no pensar en nada


Por Fernando Pessoa*

¿Qué pienso yo del mundo? ¡Yo qué sé lo que pienso del mundo!
Si me enfermase, pensaría en ello.

¿Qué idea tengo yo de las cosas?
¿Que opinión tengo sobre las causas y los efectos?
¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
y sobre la creación del mundo?
No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
y no pensar. Es correr las cortinas
de mi ventana (pero no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es misterio!
El único misterio es que haya quien piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos
comienza a no saber lo que es el sol
y a pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el sol
y ya no puede pensar en nada
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
y por eso no yerra y es común y buena.

¿Metafísica? ¿Que metafísica tienen aquellos árboles?
La de ser verdes y encopetados y tener ramas
y la de dar fruto en su momento, nada que nos haga pensar
a nosotros, que no sabemos tomarlas en cuenta.
Pero ¿qué metafísica mejor que la suya,
que es la de no saber para qué viven
ni saber que no lo saben?

«Constitución íntima de las cosas...»
«Sentido íntimo del universo...»
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increible que pueda pensarse en cosas como éstas.
Es como pensar en razones y fines
cuando el comienzo de la mañana está rayando y por
los lados de los árboles
un vago oro brillante va perdiendo la oscuridad.

Pensar en el sentido último de las cosas
es exagerado, como pensar en la salud
o llevar un vaso de agua a las fuentes.
El único sentido íntimo de las cosas
es que no tienen sentido íntimo alguno.

No creo en Dios porque nunca lo vi.
Si él quisiera que yo creyera en él,
Sin duda que vendría a hablar conmigo
Y entraría por mi puerta adentro
Diciéndome, ¡Aquí estoy!

(Esto es tal vez ridículo a los oidos
De quien, por no saber lo que es el mirar a las cosas,
No comprende a quien habla de ellas
Con el modo de hablar que reparar hacia ellas enseña.)

Mas si Dios es las flores y los árboles
Y los montes y sol y la luz de la luna,
Entonces creo en él,
Entonces creo en él a toda hora,
Y mi vida es toda una oración y una misa,
Y una comunión con los ojos y por los oidos.

Mas si Dios es los árboles y las flores
Y los montes y la luz de luna y el sol,
¿Para qué le llamo yo Dios?
Le llamo flores y árboles y montes y sol y luz de luna;
Porque si él se hizo, para que yo lo vea,
Sol y luz de luna y flores y árboles y montes,
Si él se me aparece como siendo árboles y montes
Y luz de luna y sol y flores,
Y él quiere que yo lo conozca
Como árboles y montes y flores y luz de luna y sol.

Y por eso yo le obedezco,
(¿Qué más sé yo de Dios que Dios de sí mismo?),
Le obedezco viviendo, espontaneamente,
Como quien abre los ojos y ve,
Y le llamo luz de luna y sol y flores y árboles y montes,
Y lo amo sin pensar en él,
Y piénsolo viendo y oyendo,
Y ando con él a toda hora.


*Texto que mandó Nico Palombo desde San Pablo.

15.10.09

Carta abierta

Por nadie.

A usted,
Señora compradora de woks y tacitas de café: a mí los productos me hablan.
La comprendo, y hablamos de supersticiones nomás. Le paso a explicar:
Sé que usted hace lo posible para que ellos no se levanten en armas, pero a mí, los productos me hablan señora, y necesito urgente verbalizar este universo, y sé también que a usted esto puede sonarle estrafalario, por eso le digo que la comprendo, pero creamé, soy un señor de bien, de esos que portan documentos, que hacen trámites, y que también dejan el asiento a esas pobres muchachas que aún no aprenden a cerrar las piernas ¡Claro!, es que aún no nos enseñan a vivir, pero no es cuestión de hechar culpas hacia afuera, lo que a mí me trae a esta mesa del Once, a escribir esta carta, es la repugnancia, porque a mí señora, los productos me hablan, y creamé que al ingresar a ese mausoleo me veo impregnado por una entidad abrumadora que se convierte en mi efímera alma, y a su vez, esta es registrada por un sensor "Dios abre la puerta y bienvenido", hay globos, burbujas y homicidios (A mí los productos me hablan señora ¿Cómo se lo tengo que decir?).
Lo suyo es pura superstición al creer que apropiándoselos y colocándole un código de barras al tomate va a evadir esta: mi realidad, la que mañana puede ser suya.
No sea cosa, que un día, los tigres, esas fieras de las cajas rugan, y quieran devorarla, y usted ahora, es una señora estrepitada por el mismo grito que zumba constante en mi ser, y ahora, ahora está sola, sola en medio de una multitud que se rie, sí, se rien de usted; son las caras del cartel que la conocen: ellos lo saben todo ¿Ahora me entiende?
Por usted le digo, ojalá nunca llegue ese día, porque va a sentir lo que yo hoy, caminando por una cinta de moebuis entre profilacticos y penes erectos que buscan mi boca, y al oído, otra vez, los productos que me hablan señora, y allí, allí, en la inmensidad luminosa unos soldados haciendo fila, avanzan, avanzan, están muertos, pero eyaculan cuando sus prodcutos enviados por un dios misericordioso, son recibidos por sus domesticadas, esas señoras, como usted, de rostro barroco y:
- Muchas gracias por su compra ¿Desea donar su vuelto a los niños pobres?
- Sí, sí, deseo, deseo todo, claro, esos niños, yo, los productos, tomen, tomen, aquí tienen mi alma, siempre la tuvieron.
Me pregunto señora, si esta, mi carta, tendrá algún sentido. Ya nada lo tiene para mí, porque a mí ¿Sabe? Los productos me hablan. Seguramente, usted, del otro lado, mi primer y última confidente, quizá no sepa leer, quizá no quiera entender, no conviene entender, pero creamé, yo a usted sí la entiendo, y hasta creo que soy yo quien deba contenerla ahora.
De mi mayor consideración, si usted cree en que yo existo (confío en que usted sí existe, creamos en algo aunque sea), dejemos de lado las supersticiones, a un lado la compra de woks ¡Seamos carne una vez! Anímese e invíteme una tacita de café.

5.10.09

Somos transmisores, de H.P.Lawrence

Mientras vivimos somos transmisores de la vida.
Y cuando dejamos de transmitirla, la vida deja de
fluir por nosotros.
Esto es parte del misterio del sexo, es un flujo hacia
adelante.
La gente asexuada no transmite nada.

Y si cuando trabajamos, podemos inyectar vida a lo que hacemos,
vida, más vida nos invade, nos inunda y compensa,
nos alista,
y vibramos con vida a través del curso de los días.

Aunque sólo fuera una mujer haciendo torta de
manzana, o un hombre creando una silla,
si la vida entra en la torta, buena es la torta
buena es la silla:
contenta la mujer, con fresca vida manando en su
interior,
contento el hombre.

Da y te será dado
es todavía la verdad acerca de la vida.
Pero dar vida no es tan fácil.

No significa entregarla al primer miserable, o dejar
que los muertos en vida te devoren.
Significa propiciar el fuego de la vida donde no lo
había,

aun cuando sólo fuera en la blancura de un pañuelo
lavado.
foto: gastronomía tica

4.10.09

¿Por qué no te callas?

Conquista y rapiña: la acumulación originaria del capital se hizo saqueando la naturaleza de las colonias. Chorreando lodo y sangre: caza y esclavización de negros del África e indios americanos para someterlos en plantaciones, mitas y talleres.

La pereza de los conquistadores, que utilizaron las riquezas para hacerse una gran paja de oro, fue reemplazada por la ambición de los británicos, como el pirata Morgan y sus muñecas inflables.

“Somos la condición de posibilidad del capitalismo, el centro existe porque existe la periferia”, leí en Halperin Donghi. Y aún hoy campean exaltaciones monárquicas por América latina, como la del rey Juan Carlos I.

Y aún hoy no sorprenden exaltaciones burguesas en los medios de comunicación.




2.10.09

El Enemigo

Charles Baudelaire

Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
de fulgurantes soles cruzada aquí y allá;
fue de rayos y lluvia la obra tan violenta,
que en mi jardín hay pocos frutos bermejos ya.

Y hoy al otoño de las ideas he llegado,
y ahora debo al rastrillo y la pala esgrimir,
para alisar de nuevo el terreno inundado,
donde el agua agujeros como tumbas fue a abrir.

¿y quién sabe si, a esas flores nuevas que ensaya
mi sueño, da a este suelo, yermo como una playa,
el místico alimento que haría su esplendor?

-Come el Tiempo la vida, ¡oh dolor! ¡oh dolor!
¡Y el oscuro Enemigo que el corazón nos roe,
con nuestra propia sangre crece y cobra vigor!




Foto: Guido